La vorágine de la ciudad... me mata. Me carcome el alma, corroe los sueños, y entre esta batalla que pierdo, vendo mi alma día a día, siguiendo ese sueño que nunca es suficiente, siempre esta mas halla.

Pero, volvía a tomar la ruta, buscando no se que. Paz, comunión, silencio...respuestas. Jamas lo sabré. Y eso es lo que me inquieta, esa búsqueda incesante. La pesca con mosca, tal vez sea solo una escusa.


Volver a encontrar al espíritu del arroyo, sus duendes, la runa de cortaderas y brillos de sol. Retomar la comunión de entre los elementos, las circunstancias óptimas, ese contacto intimo con el pulso del lugar y sus habitantes... es algo espiritual.

Hacia unos meses, no encontraba el equilibrio.  Me era esquiva esa sensación que nos invade después de un buen día de pesca. Todo lugar que visitaba... había sido profanado ya con basura, latas, plástico, grafitis, crecidas y contaminación. Lugar donde mojábamos plumas, era funesto, sucio, desequilibrado y extraño. Llegue a no disfrutar la experiencia, de pescar en los arroyos mendocinos.

En la búsqueda permanente de esas sensaciones, con mas ímpetu que esperanzas... nos dirigimos al corazón del Andes Central mendocino, a mosquear algunos arroyos. Llegamos con el impulso, hasta el Arroyo Vacas, en el Parque Provincial Aconcagua, el cual estaba escaso de agua y algo turbio. Así, fuimos bajando... arroyo por arroyo. Perdiendo las esperanzas entre aguas lechosas y arroyos casi mudos.

Ya convencidos del retorno poco feliz, un pequeño cartel, casi in noto, anunciaba el arroyo. Siempre el Alumbre, fue muy mal tratado por pescadores con carne, por furtivos de redes asesinas y contaminadores crónicos. La fama le hacia honor y el fantasma se hacia chapa vieja y herrumbre en un auto desguazado en su cauce. Mil veces maldije a los autores de tal desmadre. Jamas entenderé, la necesidad de una persona de contaminar un espacio natural. Si bien esto fue un accidente, producto del exceso de alcohol de dos señoras, nadie retiro la chatarra.

En un estado de malestar, solamente por insistidor, arme mi vara #1, y solo por buscador... ate en el fluorocarbon 5x una Pheasant Tail en alambre #12. Mi intento poco esperanzado de imitar a una efemeroptera, fue premiado desde el primer pozon, bajo el trasto automovilístico. Una sensible tomaba me anunciaba, la jornada. Una Arco Iris manchada Par, de estirpe andina y escasos centímetros, tomaba la pluma alambrada.


Con apenas una sonrisa, dado que esa pequeña captura significaban dos cosas... habían truchas y estaban sanas, pero sospechaba que todas serian del mismo tenor, debido a las siembras ilegales y por el solo principio que una trucha joven habita estos lugares solo por una cuestión de pirámide de  población  y jerarquía. Las grandes... se posicionan en los líes. Ahora... donde podría hallar esa estructura perfecta en un pocket venido a menos por un caudal escaso...que lo convertía a los hechos en poco mas que un zanjoncito.

Consiente de que era necesario ir mas allá, buscar a las mas grandes, tome la decisión de hacer mas fino el tippet.  Con 50 centímetros de 7x, la formula se completaba con una Cooper Jhons en alambre TMC 100 BL de cuantía 24. Buscando ser imperceptible, aguas arriba, la sombra del sol caía a 30 grados sobre la costa.

Escasos centímetros, con altas temperaturas... poco oxigeno, no me daban pie a pescar algunas formaciones por mas de unos segundos. Pero, las sombras de las Arco Iris, eran evidentes. Me veían, me sentían llegar... había que engañarlas. Por varios metros arroyo arriba, truchas diez, mosca ... cero.


El murmullo del arroyo se transformaba, se hacia por partes mas elocuente. Mejoraba a cada paso. Cada recodo me mostraba nuevas formaciones y cada una de ellas, con potenciales capturas. Decenas de sombras fantasmales, captadas por la visión perimetral... me decían a viva voz...que habían truchas.

Habrán sido unas diez capturas de Arco Iris juveniles, alternado por algunas Marrones de Arroyo, una tras otra. Las que batallaban descomunalmente por cada milímetro de escama. Me percate entonces que el capturado estaba siendo yo. El que subía mas y mas por el curso del arroyo, como crío ilusionado.  Ni rastros de las enormes Fontinallis de los años 50, victimas del pecado de haber tenido carne asalmonada -pal proletario.

Llevábamos a penas 2.000 metros lineales de ascenso, a 1.700 m.s.n.m. y... el arroyo era a cada paso, mas perfecto, el pretendido. Las sombras del  Cerro El Pantano  se contrastaban con las brillantes laderas del Medano. Plagado de insectos terrestres, que pululaban por los recovecos y bajo los clastos, macro invertebrados cada ves mas grandes. La oxigenación dinámica provista por la misma estructura del curso, le confería mas vida... evidentemente.

Era predecible, que al mejorar la sinetica del arroyo, la vida explotara. La temperatura era ideal, unos 14 grados, y una transparencia perfecta. Todo... me ponían en escenario. La riqueza bentónica es muy importante, traducida en comunidades de plecopteras, de las familias gripotergidos y perlidos.

Habían sectores bastante cerrados, teniendo que vadear por dentro del arroyo varios metros. Esto me permitió, percibirlo desde otro punto de vista. Si bien, había que hacerlo con extremo cuidado, para no provocar disturbios mayores en el agua. en mi transito, iba descubriendo nuevas estructuras.  Metros mas arriba, mis ojos atentos a cada rincón, resonaron de imágenes y recuerdos. Cual puñal de adrenalina y con la certeza de haber llegado a un sector premium, me posiciones agazapado, para contemplar el perfecto paisaje.


Sabia de que se trataba. Un lies... donde caía agua desde escasos noventa centímetros a un modesto pocket. Lugar donde seguramente existen truchas con intenciones de ascender y otras, ocupando el lugar perfecto para comer y protegerse. A estas ultimas buscaría. Dado que deberían ser las grandes.

Protegido por la perspectiva y la corriente, mi reach cast intenta presentar la Cooper, a deriva natural, y que ingrese bajo las cortaderas. en el trayecto...percibo una sombra que apenas se mueve. Distingo el inconfundible pintado de una Arco Iris. Era grande... tomando la escala comparativa de lo que he pescado en el arroyo y la enorme emoción que me abordaba, la cual cataliza cual lente macro, las capturas.

Aun sigo presentando agazapado. Uno de mis cast, lleva la mosca al cuadro de visión del pez... ahora mi trucha. Una tomada contundente, y lucha fuerte... muscular hacia el fondo del pozon. eso me demostraba que era una trucha con experiencia de vida. Me incorporo y mi vara responde a la física. Los espasmos nerviosos activaban cada neurona y fibra de mi cuerpo acudiendo a dosis de adrenalina suficientes.

Unos minutos escasos de pelea... intentando eternizar cada segundo, ordenándole a la mente que me guarde ese suspiro... entre mis mas bellos recuerdos. END

Autor: Jorge Aguilar Rech.

Edición: Jorge Aguilar Rech

Fotografía: Pablo Aguilar para Peixoto +Aguilar Rech Filmmakers.

BROWN TROUT ARGENTINA.

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