Con la experiencia de la temporada 2013 tras las carpas a popper, he ido esta temporada, acompañado de Paco Toledo y Carlos Cifuentes,  de forma periódica a los embalses para ver la evolución en los hábitos y comportamiento de estos colosos dorados y he podido llegar a alguna conclusión.

Tras el largo invierno, aunque este año no demasiado duro en lo que se refiere a la climatología, aunque si por la falta de lluvias, los primeros ejemplares que pesqué en el mes de abril eran jóvenes y muy delgados, que tomaron, aunque con cierto recelo y numerosos rechaces, emergentes de quironómidos e imitación de avispas, las mismas utilizadas para los barbos, pero los grandes ejemplares no estaban aparentemente activos no haciendo acto de presencia.

Tras el mes de mayo, que no quise molestar a las carpas por encontrarse en plena freza, ya iniciada  a finales de abril, y ayudado con la subida de temperatura del agua, ya en las primeras salidas en el mes de junio, pude verificar dos situaciones diferentes. 

La primera es que las orillas estaban pobladas de pequeños ejemplares de hasta dos kilos que con sus barbas buscaban el alimento entre los limos y lajas del fondo. La segunda, la más interesante para la modalidad de pesca que me atrae, fue que los ejemplares de mayor tamaño empezaban a recorrer el embalse en busca de los pequeños alburnos ( una especie de boquerones de agua dulce) con los que alimentarse, de manera que atacaban al popper o streamers muy ligeros con agresividad, la propia de ejemplares adultos que tras la freza quieren recuperar las fuerzas perdidas.

Es una pesca al acecho, presentando la mosca a pez visto, un pez en constante movimiento en busca de alimento, que además tiene un comportamiento impredecible y errático, pues tras un  violento ataque sacando toda la aleta dorsal del agua, cuando llega a nuestro señuelo, en bastantes ocasiones lo levanta por el aire sin tomarlo o, simplemente, realiza un quiebro o se sumerge dejándonos la miel en los labios y las ganas de intentarlo en una nueva oportunidad que el destino nos depare.

Espero que según la temperatura del agua suba, y el alimento en suspensión aumente, la actividad  siga creciendo, aunque se irán incorporando a esta actividad los ejemplares de menor talla, hasta que el calor sofocante del verano, haga que las carpas busquen aguas más frescas y, seguramente, algo profundas, que limite mucho la efectividad de nuestros señuelos en superficie.

Les tendré informados de esta evolución.