En el primer caso, toman cuanto alimento se les acerca. En el segundo, se concentran en un determinado organismo y, particularmente, en un estadío de este.
Por todo esto, al momento de elegir la mosca debemos tener en cuenta su diseño, la estrategia de presentación y el modo en que se está dando la alimentación de pez.
Atención, en cierta oportunidad Gary Borger comentó: La presentación es el resultado final de todo lo que uno sabe como pescador con mosca, pero dar con la elección de la mejor mosca para los períodos oportunistas o selectivos, es prioritario para tener éxito.
Los períodos oportunistas de alimentación están marcados por una gran disponibilidad y variedad de alimento que es tomado sin discriminar; sin embargo, hay factores que impactan notoriamente en su disposición a alimentarse.
La temperatura del agua es uno de esos factores. También es observable cómo un cambio brusco de la presión atmosférica puede hacer que los peces no se alimenten. Esto no ocurre, sin embargo, cuando el cambio es paulatino.
Los períodos oportunistas suelen darse a menudo en el crepúsculo y a últimas horas del día, en gran medida, por la protección que asegura la oscuridad, permitiéndoles, por ejemplo, buscar comida en zonas abiertas y bajas.
Sin embargo, muy por encima de los factores vinculados al clima respecto de la influencia en la alimentación oportunista, está la deriva del río.
Entendemos por "deriva de río" al desplazamiento aguas abajo de organismos acuáticos y terrestres por acción de las corrientes.
Regla 1: Más deriva, más disposición a alimentarse de los peces.
así como es lógico comprender que tras una eclosión haya buena disposición de alimento, o entender que muchos organismos acuáticos hayan desarrollado modos de resistir y evitar el arrastre de las corrientes, es lógico afirmar que existe una deriva relativamente constante, de baja intensidad que llamaremos permanente y que se constituye como principal fuente secundaria de alimentación entre eclosiones.
También es frecuente ver cómo muchos insectos terrestres derivan en los ríos. Por lo general esta deriva de carácter diurno es una oportunidad de alimento abundante para los peces.
Podemos distinguir una deriva que llamaremos catastrófica que se refiere al efecto erosivo que las crecidas que "mueve" a la fauna que se encuentra en el fondo del río.
Se instala, además, una deriva de acuerdo al comportamiento de las distintas especies de insectos que pueblan el río. Estos desplazamientos "en masa" se vinculan ala saturación de individuos que puede producirse e un área del río, causando dispersión de la población. Es típica de las efímeras baetis o algunas especies de dípteros.
Este fenómeno es fundamentalmente nocturno, con picos de intensidad, a primeras y últimas horas de la noche.
En estos períodos oportunistas los peces suelen disponerse a tomar todo aquello con aspecto comestible. El modelo de la mosca cede importancia en favor de la táctica que emplearemos para tener éxito. sin embargo esto, de ninguna manera quiere decir que la mosca no tenga importancia en nuestro intento.
En períodos de deriva permanente, la imitación de un pequeño invertebrado o un pequeño pez similar a los que habitan nuestra zona de pesca, será fácilmente reconocida como alimento. Así es que, en posturas de ceba, durante períodos oportunistas de deriva permanente, pueden producirse diversas eclosiones que generen una disposición heterogénea de alimento flotante, de tal forma que secas probadas y buena visibilidad como las Royal Wulff o las Adams, o Goddar Caddis podrán brindarnos una buena pesca.
En ríos de zonas abiertas como praderas, o en zonas muy ventosas, es muy frecuente que insectos terrestres como langostas, hormigas y escarabajos terminen en el agua. En estas circunstancias sus imitaciones son muy recomendables.
Distinto es el caso de las derivas por comportamiento, donde debemos centrar la elección en las imitaciones de los organismos predominantes.
La selección de una mosca en una instancia oportunista, además de considerar el tipo de deriva presente, deberá tener en cuenta el tamaño, la forma, el color y el comportamiento que nuestra mosca pretende imitar. No con la trascendencia que estos elementos tienen en una instancia selectiva, pero su vitalidad es claramente incidente en nuestra pesca.
De ellas, el movimiento es la característica que imprime vida más claramente y es la que se destaca en períodos oportunistas de alimentación. Así, en estas circunstancias, ninfas peludas, húmedas de hackle blando o imitaciones atadas con marabú, son buenas opciones.
el color también asume importancia. En ciclos oportunistas, moscas con tinsel, con plumas iridiscentes como el pavo real, son efectivas. Recuerda que las moscas negras conservan visibilidad a cualquier profundidad. Entre las secas, la extraordinaria visibilidad que ofrecen a las truchas las Adams o las Royal Wulff, por ejemplo, avalan sus posibilidades de éxito.
En períodos oportunistas el axioma mosca grande, pez grande, se vuelve aún más sustentable.
Recuerda que, en estos casos, los peces sólo quieren algo para comer, y la ecuación de rendimiento entre esfuerzo y provisión de energía que provee una mosca grande, hace que resulte muy apetecible.
Siempre debemos tener presente que las moscas suelen ser diseñadas para pescarlas de una determinada manera, por eso hay que cerciorarse de que la mosca escogida es acorde a la táctica de pesca que vamos a llevar adelante. A su vez, escoge moscas que sean claramente identificables en la deriva.
La alimentación selectiva se da cuando hay una gran abundancia de un determinado organismo al que los peces toman con voracidad e ignorando al resto.
El carácter primordial que tienen los insectos en la dieta de las truchas, promueve su selectividad.
Durante ésta, sólo la imitación precisa resultará exitosa, y sólo la Pesca con Mosca tiene esa capacidad de precisión, ya sea por aspecto o por comportamiento.
Las distintas modalidades de pesca pueden ser exitosas en períodos oportunistas, pero sólo la Pesca con Mosca lo es en la selectividad.
Las grandes eclosiones y los momentos selectivos son aquello con lo que soñamos. Si la mosca y la técnica empleadas son las adecuadas, las truchas serán nuestras. Por el contrario no llegar a interpretarlas, será nuestra peor pesadilla.
Justamente, si consideramos que la supervivencia impone al pez maximizar la ingesta, minimizando el desgaste de energía., veremos que la selectividad facilita esa exigencia: El pez centra su energía tomando lo abundante y conocido.
Ahora bien, seamos claros, lo que atiende el pez es a un estadío concreto del ciclo vital de una especie de un tipo determinado de insecto. Uff!! Qué esencial resulta, entonces, el diseño y la elección de la mosca!!
La selectividad es una respuesta adquirida del pez, no puede anular su condicionamiento alimentario y este no está en función ni de su tamaño ni de su edad.
Básicamente es un fenómeno de aguas poco profundas, donde los peces pueden atender mejor al tamaño, forma, color y comportamiento de sus presas. Una de estas características se establece como estímulo primario y es la que provoca la reacción del pez frente a nuestra mosca. Los materiales empleados pueden potenciar dicha capacidad de estimulación.
Que una característica sea estímulo primario no descarta la necesidad de adecuación de las demás. Cuando una mosca capta la atención de una trucha que la abandona a último momento, suele ser porque el estímulo primario era el adecuado, pero el/los secundarios, no.
Recuerda que por las características de la visión de las truchas, a medida que se acerca, el pez tiene mejores posibilidades de examinar la mosca.
También es cierto que las aguas rápidas y arrugadas juegan a nuestro favor a respecto de la selectividad.
Quizá pueda ser interesante, entonces, diseñar nuestras moscas pensando en situaciones exigentes: Peces salvajes, grandes y asustadizos en aguas lentas y cristalinas. Mosca que pesca en esa condición, pesca en cualquier otra.
Los peces difíciles son los que nos enseñan.
¿Es imprescindible atar de manera realista, entonces, en función de la selectividad? No creo. Debemos atar con el objetivo de crear una imitación que recree la mejor impresión de la esencia vital de un insecto: su carácter. Lo mismo que un pintor busca en un retrato: una impresión de vida, y en función de su impacto en las truchas, no en nosotros.
En resumen, los períodos de selectividad nos exigen adaptarnos al momento, optando por una mosca que además de representar adecuadamente el tamaño, la forma y el color, reproduzca con justeza el comportamiento del organismo del que busca alimentarse la trucha.
La pintura que acompaña este artículo se denomina "Rising brookie" y pertenece al artista plástico estadounidense Bern Sundell
Bern Sundell ha estado pescando desde que tenía nueve años y ha estado desarrollando su arte por el mismo periodo de tiempo. Es un artista consumado en una amplia variedad de modalidades plásticas: Su maestría es en la escultura, pero también es un experto grabador, ceramista, y joyero. Sin embargo, su mayor desarrollo se encuentra en sus pinturas. Es particularmente conocido por su serie de pinturas de pesca con mosca. Su sentido de los peces, el agua y la luz hacen una delicia de hecho. Sus peces favoritos son la gran trucha marrón en colores de desove de otoño. Parte de su infancia transcurrió cerca de las reservas indígenas y las imágenes de aquellos días, se hace eco en su serie de guerreros. Combina sujetos históricos con representaciones muy contemporáneo para crear un cuerpo único de trabajo. Bern ha aparecido en periódicos, revistas y programas de televisión. En una edición limitada de libros de arte fina mano encuadernado en cuero titulado Bern Sundell :/ / Artista / Fly Fisherman presenta una colección de su serie de la pesca que abarca la mayor parte de su carrera.