Si tuviera que elegir una provincia para pescar truchas por siempre sin dudas seria Córdoba. Mi vida como pescador ha estado directamente ligada a ella desde un comienzo. Recuerdo mis primeros pasos pescando el arroyo San Miguel dentro de un campo familiar. Toda la familia pescaba, desde tías abuelas hasta primos, esto hacia que siempre alguien dispuesto me acompañase a pescar. Elba, la cocinera, siempre sacaba las mejores truchas pescando con lombrices grandes como minocas en el pool del segundo vado. El spinning llego el verano previo a cursar el primer grado; una caña de fibra de vidrio azul con 3 pasahilos empatillados de hilo rojo, una caja con media docena de spinners Peps y una preciadísima Mepps eran mis tesoros. Recorría todo el río durante los largos veraneos, conocía cada hueco donde había una trucha buena. La pesca con mosca por ese entonces se remitía a eventualmente lanzar ahogadas clásicas utilizando equipo de spinning y buldo. 

La transición a pescar los ríos y arroyos del cordón de las sierras grandes fue natural. Tengo en mi memoria la primera mañana de pesca junto a mi tío en el río Del Medio, debajo del puesto de las Casas Viejas clave una trucha de 35 centímetros que para mi era una vaca. Mi tío, Teótimo Becu, ha sido mi mentor en la pesca, buen pescador, es poseedor del don de sacar el pescado más grande. Aquellas eran épocas de bonanza donde había muchas truchas y poca presión de pesca. Fue durante dicha era de oro que la pesca con mosca llego luego de una espera de varios años. No me recomendaban aprender alegando que era muy petiso y no iba a lograr manejar bien el equipo. Harto de esto y midiendo casi un metro treinta compre una caña de mosca Kunnan color verde y aprendí a lanzar. Aplicando conceptos ferreteros peinaba cada hueco bien con una Montana Stone o una Woolly Worm, ambas pagaban como locas, todavía la controversial Woolly Bugger no había aparecido en escena. La pesca con mosca no era un boom, había pocos y por lo general buenos pescadores. Tomo varias temporadas hasta que las truchas comenzaron a aprender, por suerte y aunque no tan rápido como desearía pude evolucionar a la par de ellas.  

La pesca en las Sierras grandes cordobesas ofrece variados matices; podemos pescar pockets en pequeños arroyos, flats donde truchas gordas y ariscas patrullan altaneras, correderas donde los peces parecen multiplicarse por generación espontánea y pozones oscuros donde fantaseamos con truchas inmensas. Particularmente me atrae la posibilidad de pescar a pez visto. En los últimos años, junto a mis amigos, hemos optado por pescar en equipo; uno observa la actitud del pez mientras dirige al otro, se disfruta cada captura de la misma manera, con o sin caña en mano. En numerosos sistemas hídricosde la provincia todavía existen truchas de tamaños superiores a los 50 centímetros. Dos buenos puntos para hacer base y movilizarse desde allí son Mina Clavero en la zona de Traslasierra y la Cumbrecita en el valle de Calamuchita. Ambos tienen ríos y arroyos lo suficientemente cerca, sumando la posibilidad de realizar cabalgatas o largas caminatas. Prefiero Cumbrecita porque allí vive Pedro Navarro, uno de los mejores amigos que la pesca me ha dado. Con Pedro pescamos juntos desde chicos, transitando un feliz camino desde el heavy metal hasta sutiles pescas con emergentes casi etéreos.

Un error muy frecuente es creer que para lograr un buen pez uno debe subirse a un caballo durante varias horas, luego hacer equilibrio por precipicios y finalmente descender al pozo colgado de una soga. Muchos trofeos esperan en lugares frecuentados, lo mismo que sucede en la Patagonia. Varios ríos de la provincia están siendo cuidados; Espinillos y Del Medio son algunos de varios. Este cuidado se nota en su población íctica de manera notable. Muchas veces he recorrido en vano kilómetros para llegar a un río recóndito con la esperanza de encontrar el Shangrila. Recóndito en ocasiones es sinónimo de no control, lo cual viene aparejado de conductas netamente extractivas. 

La clave pasa por ser observador, contar con el equipo adecuado y saber presentar la mosca oportunamente. El peor error es caminar el río a toda velocidad cerca de la orilla agua. Conviene andar lejos del agua sin hacer ruido, chequeando visualmente todos los posibles lugares donde puede haber una trucha. En pozos que corren encajonados no debe ganarnos la curiosidad, al asomarnos lo haremos con cuidado, apartados de la visión de las truchas. En pozones o flats cabe esconderse y esperar ya que las truchas recorren el ámbito haciendo circuitos, lanzar estando ellas lo más lejos posible y mover la mosca cuando se acerquen. En los arroyos playos de aguas muy cristalinas hay un buen pez cada 200 o mas metros, pez que generalmente está estacionado en un lugar comiendo descaradamente. Aquí el juego demandara todo; una aproximación felina junto a un solo lance que deberá ser correcto. Luego se suma la complejidad detener una buena trucha prendida en un lugar con obstáculos, el filo de las piedras a la cabeza de ellos. Son partidas difíciles donde siempre se aprende algo y uno sale gratificado, con o sin escamas de por medio. 

El último viaje que realice fue junto a Pedro Navarro y Lucas Faoro. Lucas es otro buen pescador cordobés, sutil en su estilo y netamente influenciado por la menos conocida pero altamente efectiva escuela europea. Fue uno de los mejores pero más desordenados campamentos que me haya tocado vivir ya que ninguno de los tres es bueno en logística. Hubo una tormenta que no hizo más que desnudar las falencias de equipamiento; las carpas hicieron agua en grande, nos mojamos y realmente costo conciliar el sueño mientras tiritabamos de frío. Nos salvo la provisión etílica, único detalle bien coordinado junto al equipamiento de pesca. La pesca fue cualitativa, el río Del Medio nuevamente mostró sus bondades. 

En un viaje a principios de temporada junto a mi Tío vimos un monstruito de 70 centímetros pero nos resulto imposible hacerlo picar, sabia leer y escribir. Lo mas cerca que estuve de hacer picar semejante belleza fue cuando lance una stone numero 2 lastrada a primera hora; apareció de la nada, llego hasta la mosca y volvió a desaparecer fantasmagóricamente. Si los ríos siguen siendo cuidados cada vez va a haber mas peces como este nadando en aguas cordobesas, de corazón espero así sea.

Equiposy técnicas:

Respecto del número de caña a utilizar hay quienes prefieren una doble cero mientras otros emplean una 6 ultra rápida. Si tuviera que elegir un todo-terreno me inclinaría por una 4 de acción media. Si pudiese elegir 2 cañas estas serian una 3 y una 5. Como tercer caña emplearía una muy liviana, para línea 1 o 2, ya que hay situaciones donde solo con una herramienta así lograremos presentar la mosca con posibilidades de pique. Mi caña favorita es una SAGE LL 586 (línea 5, 8 pies y medio), un grafito muy amable y lleno de recuerdos luego de muchos años en el ruedo.

Una línea de flote que dominemos bien será la herramienta mas útil. Esta línea deberá ser capaz de penetrar tanto fuertes ráfagas de viento como de presentar delicadamente en distancias muy cortas. Hace varios años que utilizo exclusivamente líneas de flote en Córdoba, prefiriendo los torpedos largos como las Triangle Taper de Lee Wulff o bien los formatos tipo double taper. Todas las intermedias transparentes en su totalidad o en el tip funcionan, el único inconveniente es que dificultan el colocar la mosca con precisión al no verse la punta. Para pescar pozones o en ciertos tailwaters donde por momentos el agua corre fuerte pueden utilizarse líneas de hundimiento si el pescador gusta de hacerlo.

Un leader largo es fundamental, la regla de oro es que el mismo tenga aproximadamente dos veces el largo de la caña. Como mínimo recomendaría leaders de 3,5 metros de largo. Prefiero los leaders sin nudos, alternando entre tippets de nylon o fluorocarbon según la situación. Muchas veces en el afán de engañar una trucha se afina extremadamente el tippet, llegando a medidas casi ridículas como 0,12 e inclusive 0,10 mm, que luego dificultan de sobremanera la captura, el mas mínimo roce en una piedray a otra cosa. Nunca debemos olvidarnos que si queremos devolver truchas sanasno debemos agotarlas en exceso. Siempre trato de utilizar el tippet más gruesoposible, aun sabiendo que pierdo posibilidades de pique, cuando conecto unajugadora generalmente la misma termina fotografiada y lo más importante:devuelta a su medio con altas chances de vida.

En categoríamoscas puede emplearse de todo, desde una simple sanguijuela de marabú hasta unemergente de mosquito en anzuelo 24. Funcionan particularmente bien lasimitaciones de terrestres (hormigas, grillos y langostas) y las ninfas negrasen anzuelos menores al 10. Mis caballitos de batalla son la Orange and Partridge, CDCCaddis, Stimulator, Hormiga, Tucura, Prince, Hare’s Ear, Pheasant Tail y Stonefliesmarrones o negras. Para pescar los chorros funcionan bien las moscas con beadhead. Generalmente lastro las ninfas de diversas maneras a igual modelo y tamañode anzuelo. Prefiero una mosca lastrada a tener que agregar plomitos al leadero utilizar una línea de hundimiento.

Parteimportante del equipo es un buen calzado, cómodo y de buen dibujo en la suelapara tener mayor agarre a las piedras. Yo uso zapatillas de correr peroconvienen los borceguíes o botitas de trekking ya que sostienen el tobilloevitando torceduras.  La camisa ocamiseta de manga larga protegerá nuestros brazos del sol y de picaduras deinsectos, siempre estaremos a tiempo de arremangarla. Los pantalones de secado rápidono se llevan bien con las piedras pero son muy cómodos y frescos para caminarcon mucho calor. Una buena campera impermeable y un sweater de lana o buzo depolar siempre deberán estar presentes, podemos estar lejos y pasarla mal frentea una tormenta imprevista. Al emprender caminatas conviene llevar una buena provisiónde agua ya que los ríos no siempre proveen una fuente segura; coccidios ybacterias pueden darnos un muy mal rato.

Unsaludo cordial,

NicolásSchwint

Artículopublicado en el Magazine Digital Mosquero número 34