Mi primer contacto con los tigers fue con papa en el lower Zambezi. Fue una experiencia brutal con muchos piques y elefantes paseando al lado de las carpas por la noche.

Africa es otro mundo,muy distinto a como lo imaginaba, lleno de animales salvajes que dan miedo, a los cuales hay que respetar seriamente.

En ese primer encuentro con Africa y sus tigers sacamos muchos pero no era el lugar para las bestias, el zambezi a pesar de tener registros de tigers de mas de 30lb ha sido muy castigado por los pescadores locales y sus redes. Ese primer viaje fue el detonante para que empezara mi búsqueda de lugar donde encontrar los monstruos de antaño, tigers de mas de 20 libras.

Los tigerfish siempre estuvieron presentes en mi lista, especialmente por su parecido al dorado, una de mis especies favoritas.

Ni bien pisamos Buenos Aires luego de pescar en el lower Zambezi, empezó un bombardeo de mails buscando la cueva de los grandes. Gracias a unos amigos muy pescadores a quienes conozco bien por haberlos guiado varias veces di con la operación perfecta en el corazón mismo de Tanzania.

Un par de llamados más y ya tenía compañeros para el viaje. Con Claudio y Mauricio hemos compartido muchas locuras juntas en la selva Boliviana y eran los indicados para emprender esta aventura en busca de los monstruos. Son dos de los pescadores mas aguerridos con los que he tenido la suerte de compartir días de pesca que no se olvidan.

No sabíamos muy bien a donde nos íbamos a meter ni que nos esperaba al otro lado del océano pero eso no importó demasiado, la promesa de tigers gigantes pudo más que cualquier miedo.

Mi anterior visita al Zambezi me había mostrado la potencia que tienen los tigers, toman la mosca y salen como un misil para cualquier lado. Pensando en moles de más de 10 kilos preparamos equipos potentes, cañas del 8 al 10 en abundancia y líneas tropicales de todo tipo.

En esos ríos no hay nada parecido a las pirañas que te dejan sin líneas pero hay árboles hundidos por todos lados de los que arrancan los elefantes y las lluvias torrenciales de la época lluviosa arrastran al río.

Atamos las moscas que nos recomendaron y como nos parecían chicas incluimos una buena dosis de gatos doraderos y las infaltables Titanics que seguramente esos tigers nunca habían visto pasar por arriba.

Las cajas de moscas del viejo son como la cueva de Alí Babá, un buen lugar para hurgar y robar algunas. Generalmente no las extraña y siempre termino atándole algunas o terminamos haciendo algún tipo de trueque.

El vuelo hasta Africa es muy cómodo solo son unas 9 horas máximo hasta Johannesburgo y desde allí partimos directo a Dar es Salaam, la ciudad más poblada de Tanzanía en las orillas mismas del océano Indico.

En Dar es Salaam nos quedamos la primera noche en el hotel Sea Cliff, en la península Msaki, justo sobre los acantilados y el mar con una vista increíble, lugar ideal para disfrutar nuestro primer atardecer africano acompañados de una buena cerveza africana bien helada.

Cerca del hotel hay una linda feria donde encontrar artesanías muy buenas pero bastante más caras que las que encontramos en Zambia.

Esta vez no quería volver con cincuenta kilos de animalitos de madera así que me mantuve calmado, pero igual algo fue a parar al fondo del duffel bag que cargaba.

No sé como pero nos levantamos temprano para encontrar al Caravan que nos llevaría al primer campamento tras algo más de una hora de vuelo sobre sabanas, bosques y pequeños poblados.

De pronto apareció la pista era de pasto y parecía lisita pero cuando tocamos tierra se movió todo, ay mamá!! dijimos al bajar y eso que tenemos amplia experiencia en pistas suicidas en Bolivia. Igual el Caravan es un gran avión y soporto los hormigueros y baches sin problemas.

Como en Zambia los guías nos esperaban con las Toyotas land cruiser clásicas de safari, ideales para este tipo de lugares donde los caminos no son mas que una huella entre los pastizales, o una picada a través del monte. Acomodamos los bolsos atrás y empezamos un paseo de unos veinte minutos hasta el Lodge principal sobre el río Mnyera.

Una vez mas empezaba otro safari en África con caña en mano y por lo que vimos de entrada no tuvimos dudas que nos íbamos a acordar de este viaje. Como en el lodge de South Luangwa que había visitado en el viaje anterior, el personal del campamento sobre el río Mnyera nos recibió con buenos tragos y cantando melodías africanas que transmiten una enorme alegría.

Rob el manager del lodge nos dio el speach acerca de como comportarnos ante los animales y los riesgos del lugar, nos contó un poco como seria la semana y un poco sobre los tigers. Sin perdida de tiempo almorzamos y saltamos a los botes con los equipos de pesca todavía sin armar.

Claudio y Mauricio navegaron río abajo y a mí me tocó navegar un poco río arriba.

El paisaje es netamente africano y los encuentros con animales son constantes. Aunque por la estructura del río y la densidad de la selva en la mayoría de sus orillas no son tan fáciles de ver como en el río Zambezi.

Muchas veces escuchábamos los elefantes cerca nuestro pero no podíamos verlos hasta que alguno decidía cruzar el río batiendo las orejas y trompa al vernos.

El río Mnyera si lo tuviera que describir diría que parece una mezcla de nuestros ríos del norte con algunos ríos de la Patagonia, tiene barrancas, bancos de arena, y algunas correderas con piedras, canales profundos y muchas estructuras.

Algunos cast contra los troncos y la barranca de la costa no tardaron en lograr el primer pique de un tiger. Un pique fuerte y muy firme seguido de una corrida y una fuerza bestial que desafía la lógica. Hay que mantener la línea bajo control y pasar enseguida al reel para controlar a un tiger grande que busca el fondo y los palos todo el tiempo hasta que logramos domarlo un poco. Una vez clavados no se les puede dar un segundo ya que donde se pierde un poco la tensión en la linea, es normal perderlos.

La dentadura que tienen es tremenda y no es fácil ponerles bien el anzuelo entre tantos dientes enormes, muchos escapan porque la mosca solo se traba entre los dientes y no agarra carne, soltándose al final. Con los tigers grandes el anzuelo es vital lo mismo que el cable porque cortan con una facilidad tremenda como si tuvieran un alicate en la boca.

La primer tarde fue de calentamiento, no esperábamos el monstruo pero Claudio en los últimos cast metió una vaca que anduvo cerca de las 20 libras y quedó loco del todo.

Claudio nunca había pescado tigers y meter esa bestia la primer tarde animo mucho a todo el grupo.

Africa es uno de los destinos de pesca menos explorados, muchas veces por la inestabilidad sociopolítica de sus países y otra veces por lo complicado de los accesos a los lugares remotos, es así como santuarios como este logran mantenerse protegidos del avance de la civilización y los grandes cultivos que poco a poco van destruyendo los últimos espacios vírgenes en este planeta.

La industria de los safaris en Africa ha preservado muchos sitios alejando la caza y pesca comercial y los furtivos. Hace poco que la pesca está tomando importancia y nos contaron que hasta el momento muy pocos mosqueros han pescado el Mnyera y los ríos cercanos.

Se nota que el río está bien manejado y lo quieren mantener así para el futuro.

Hasta que descubrieron este sistema de ríos no se habían sacado tigers de 20 libras con mosca, ahora solo permiten 4 cañas por semana para mantener la calidad de la pesca, no es una salida barata pero vale la pena el esfuerzo porque sacar tigers de más de 20 libras en otros sitios no existe.

Durante dos días pescamos la parte media e inferior del río Mnyera desde botes de aluminio con motores de 25 caballos, siempre derivando aguas abajo con la corriente, y frenando despacio con la singa, el vadeo es una de esas cosas que no están permitidas salvo cuando queremos sacarnos una foto con una de las moles, ya que en estos ríos como en la mayoría de los ríos africanos hay cocodrilos muy grandes, generalmente son tímidos y se sumergen cuando uno se acerca, pero nunca se sabe.

Los cocodrilos tienen más de 6 metros y no perdonan cuando abren la boca para agarrar algo.

Teníamos muchos piques pero no es fácil clavar los tigers. Ni pensar en levantar la caña, hay que tener la línea bien firme y clavar con la misma usando el peso del tiger rezando que el anzuelo pase entre los dientes y se clave en el maxilar o en la coyuntura. Incluso con los guantes nos quemaban los dedos en la corrida. Los grandes si te descuidas te pueden arrancar la cana de la mano en la primer corrida porque el fluorocarbon de 60 no se corta, ni estira así nomás.

Al medio día parábamos a reponer fuerzas a la sombra de algún monte a orillas del río, un picnic rápido donde chistes entre los pescadores y los guías siempre están presentes. Los guías nunca habían visto un grupo con tanta energía y les asombró el casting de los argentinos. Les contamos de nuestros dorados y el viento patagónico que nos obligaba a lanzar largo y bien. De hecho las moscas que mejor nos funcionaron finalmente fueron los gatos doraderos sobre todo los de color negro/azul que depredaron a los tigers.

Al tercer día fuimos a pescar las cabeceras del Mnyera, un lugar muy diferente, lleno de rápidos y correderas de agua clara en medio de una selva muy verde bien poblada de aves. La idea era pescar un rato yellowfish y luego tigers. Los yellowfish se parecen mucho a los masheer de la India, son muy coloridos y toman con facilidad ninfas como las que usamos con las truchas.

Para llegar a las nacientes tuvimos una hora de camioneta por huellas de animales. Muchos antílopes escapaban al ruido de las camionetas y la cantidad de pájaros es más que interesante.

En las cabeceras del Mnyera vadeamos con cuidado pescando los pockets donde no tardamos en sacar además de yellowfish otras especies menores muy lindas parecidas a nuestras mojarras.

En las correderas mas grandes había tigers y no pude resistir pescar con una Titanic. Los guías nunca habían visto un pique de tiger en la superficie ni una Titanic haciendo ola. La explosión en la cola de una corredera nos sorprendió a todos y casi me arranca la caña de la mano.

Los tigers pese a la creencia tomaban arriba y si bien no pude aterrizar ninguno tuve tres piques de bestia que explotaron en la superficie.

Luego de pescar el Mnyera nos trasladamos al río Ruhundji, más rápido y limpio todavía que el Mnyera. Abundaban los bancos de arena con caídas a la profundidad donde se ponen los grandes y en esos bancos se veían muchos yellowfish que son la comida preferida de los tigers.

El campamento que habían armado en una gran playa de arena tenía todos los lujos, cervezas frías en abundancia y hasta agua caliente en el baño para recuperar los músculos a la noche. Recostados en las carpas escuchábamos los sonidos de la noche africana, un coro de animales, pájaros y bichos que sintetizan la experiencia africana. Da un poco de miedo la noche africana cuando todo lo que nos rodea desaparece convirtiéndose en un mundo de sonidos que erizan la piel. La estrellas brillan con fuerza entre las nubes y cuesta dormirse sin pensar en los tigers gigantes que conseguimos durante el día. El día había sido largo, casteamos como esquizofrénicos sin parar y sacamos varios buenos pero Mauricio nos escamó con dos bestias de más de 20 libras que tuvimos que olvidar con bastante cerveza en el campamento.

El pique de uno de los grandes no es algo que se sienta en la línea, el ataque se siente en toda la caña subiendo por el brazo hasta el hombro, es un tirón seguido de la línea silbando en el agua como si la cortara un machete. En un segundo el tiger salta y es el momento donde muchas veces vemos la mosca volar fuera de la boca.

Terminada la pesca nos sentábamos en el campamento con el hielo sonando en la bebida fría mientras cambiábamos las experiencias del día. No solamente hablábamos de los tigers, los animales son parte del plato principal, las águilas de pecho blanco, los monos, elefantes e hipopótamos que nos rodeaban todo el tiempo.

Los tiger eran una de las figuritas difíciles que nos faltaban en el álbum y por suerte habíamos comprado justo el sobre que tenía todas las de tiger que nos hacían falta.

Son bichos divinos, de grandes escamas plateadas y líneas negras horizontales en el cuerpo más oscuras en los más chicos. Las aletas grandes y la cola escotada parecen las de un pez de mar de los que nadan a mil por hora y puedo asegurar que la primer corrida de un tiger saca fuego.

Sin darnos cuenta terminó nuestra semana en busca de los tiger gigantes y uno de los mejores viajes de nuestra vida.

En estos momentos tengo el presentimiento que África nos va a llamar de nuevo para otro encuentro con los tigers la temporada que viene, Mauricio y Claudio ya están firmes y no sería raro que nos animemos a los tigers del Congo que pueden pasar los 60 kilos, pero eso va a ser otra historia.