Estoy muy lejos de considerarme un buen pescador a mosca del Black Bass, pues no dedico demasiado tiempo en su estudio y búsqueda y, como consecuencia de ello, en su pesca. Esto no supone que estos últimos años no haya llamado mi atención esta especie, rodeada de muchos mitos y seguidores en Estados Unidos, habiéndome propuesto conocer mejor su pesca en la presente temporada.
Así que acompañado de mis compañeros habituales de pesca, Carlos Cifuentes, Paco Toledo, Jaime Herrero y mi hermano Luis, durante el pasado mes de abril hemos realizado varias salidas en busca de los esquivos basses a dos embalses de la Comunidad Valenciana. La elección del mes de abril no ha sido casual, pues es bien sabido que el Black Bass en invierno y con el agua fría, ralentiza su actividad y busca puntos protegidos en la profundidad de dichos embalses, y es cuando la temperatura del agua empieza a elevarse con la llegada de la primavera, tras varios meses de casi letargo, abandonan la profundidad en búsqueda de posturas de caza en las estructuras sumergidas más cerca de la superficie lo que hace que sea accesible a nuestras moscas.
Por otro lado, en el mes de mayo se produce la freza de los basses, de manera que los individuos adultos se vuelven más territoriales en las zonas donde van a crear los nidos, lo que aumentan su agresividad y, por el contrario disminuye en parte su voracidad, pues tras el mes de abril que se alimentan para recuperar fuerzas, en la época de freza bajan considerablemente su capacidad de alimentación, atacando solamente los señuelos como defensa de los nidos, huevos, y en su caso, alevines, considerando que mayo no es una época en la que se deban molestar, y mucho menos pescar. No es hasta el mes de junio, cuando se los ejemplares adultos se dispersan y, por lo tanto, su localización y captura se hace mucho más complicada, compitiendo entonces con los basses de menor talla, prácticamente desaparecidos hasta entonces, que serán los que ataquen con gran agresividad en superficie nuestras moscas, mientras los ejemplares adultos profundizando su postura buscando agua más frescas en las horas centrales del día en esta época estival.
En nuestras salidas de pesca, con el agua cristalina, a falta de actividad clara en superficie, la pesca la hemos realizada con streamers con líneas intermedias o de punta hundida, lanzando siempre cerca de las estructuras sumergidas, tanto árboles como conjuntos rocosos, de manera que si no los localizábamos visualmente junto a éstas antes de presentar nuestra mosca, aprovechando que es una especie sumamente curiosa y, en esta época agresiva, cuanto menos saldrá de su escondite para perseguir nuestra mosca. Lo normal es que se produzca el ataque en nuestra primera o segunda presentación, utilizando moscas que tengan gran movilidad y realizando movimientos muy sutiles y sinuosos, incluso dejando caer la mosca al lecho de la postura lanzada, si no es muy profunda, para simular los movimientos de un pez herido, lo que en ocasiones hace que la desconfianza por tomar nuestra mosca desaparezca, y termine atacándola con decisión.
El recelo con el que ataca nuestras moscas hace, que a pesar del tamaño de su boca, éste sea rápido y, en la mayoría de los casos, intimidatorio, de manera que aunque reaccionemos rápidamente, casi siempre los hemos clavado en el borde de la mandíbula. Comprobamos que a diferencia de la época estival donde los basses, normalmente de menor talla, atacan nuestras moscas con una finalidad clara de alimentarse y notando previo a la clavada la resistencia que éstos ofrecen al tomar la mosca, hemos comprobado que en este período, el contacto debe ser visual, pues sino vemos como abre la boca y ataca la mosca, no percibiremos, normalmente, sensación alguna en la línea, perdiendo nuestra ocasión. Es por esta razón que la elección de cada día de pesca debía programarse con la predicción del tiempo delante, buscando días soleados y con escaso viento, de manera que nos permitieran la mayor visión bajo el agua posible, lo que facilitaba su localización y el seguimiento de su posterior ataque, así como el momento de realizar el momento de clavada.
En las cinco salidas efectuadas de búsqueda exclusiva de estos adversarios, las capturas no fueron muy numerosas a pesar de haber localizado más de una docena en cada salida, no obteniendo más de seis o siete picadas cada día de pesca, aunque no llevamos a la barca más de tres o cuatro basses por día, pues en la pelea que presentan y los acrobáticos saltos que realizan, al estar clavados tan livianamente, muchos se zafaban de nuestro anzuelo, pero por el contrario, la calidad y talla de las capturas han sido muy notables, estando entre las tres y cinco libras cada individuo, lo que ha supuesto una gran satisfacción en cada uno de los pescadores que hemos realizado estas jornadas de pesca.
Los equipos utilizados has sido cañas de línea 7/8 con línea intermedia y cañas de línea 9/10 con línea de punta hundida, leaders de 8 pies cónicos y tipped de 0,22. Las moscas que mejor funcionan en esta época son streamers en colores verdes, blancos y charteause, con materiales que tengan gran movilidad tipo fibras EP o Craft Fur, dependiendo si queremos que tomen o no agua, dado que su tamaño suele estar entre los 10 y 14 cm, montadas en anzuelos 3/0 o 4/0.
No quiero dejar de pasar la ocasión para dedicarle el presente artículo a mi buen amigo Martín Tagliabue, con quien compartí en su visita a España una jornadas tras los basses en los mismos embalses que ahora hemos estado, aunque en fechas estivales y si bien si logramos numerosas capturas de pequeños y medianos individuos, no logramos obtener ninguna captura notable, quedando de esta manera este cometido pendiente para su próxima visita.