Tres días de pesca persiguiendo palometas sin atrapar nada….

Lo único bueno que habían producido esos días es que sabíamos en dónde y a qué hora encontrarlas. Para el cuarto día llegaríamos con la creciente de la marea a los lugares bajos de la laguna del Río de la Plata, al norte de la isla de Cozumel en donde las habíamos visto regularmente.

Tres días de fracasos podían terminar hoy; apenas entrabamos a la laguna a golpe de palanca y ahí estaban. Pude apreciar dos palometas grandes de al menos 15 lb de peso que venían a unos 140 pies de nosotros sobre un extenso arenal. Directo hacia las 12:OO del bote. Me prepare y espere, lance una mosca de camarón que ate la noche anterior, un patrón nuevo, algo feo y no exactamente lo que tenía en mente. Pero Gaspar Chulim, mi guía de pesca, insistió desde temprano: “Hoy prueba con una mosca de camarón, no uses cangrejo, aquí en la laguna comen mejor el camarón…yo pescaba mucho camarón por las noches aquí.” Y decidí atender su consejo. Lance bien a la primera palometa que ya estaba cerca…y nada…seguía viniendo pero se desvió un poco, parecía no interesarle la mosca, intente con la otra que venía un poco más abierta a mi izquierda y como a las 10:30 del bote. Y nada, se acercaban y no mostraban interés alguno en la mosca de camarón…Sorprendido, me di cuenta que estas eran parte de una enorme escuela de palometas un poco más pequeñas, y que el grueso de estas venia bordeando el manglar, por el costado derecho a las 2:00. Para cuando pude reincorporarme y lanzarles, estaban paralelas al bote y avanzaban rápidamente como a las 3:30! Tuve que hacer un lanzamiento rápido y en backcast dejar ir mi línea hacia atrás enfrente de estas. Se escapaban. El lance fue bueno. Y vimos como una se desprendió de la escuela y sentí que tomo la mosca y se soltó. Le di movimiento a la mosca de nuevo y eran tantas que otra me dio una segunda oportunidad. Se precipito sobre la mosca la tomo y la clave bien. La teníamos! Era mucho más pequeña que las primeras que vimos, pero era una palometa. Y tenía mi mosca!

Después de varias corridas de riesgo cerca del manglar, Gaspar mi guía, la sostuvo y pude sacarme una foto con esta. Estimamos su peso en 7 lb y la marcamos para el programa de conservación y rastreo del Bonefish & Tarpon Trust en México. Eran las 9:00 Am y nuestra historia apenas iniciaba….

Estábamos entusiasmados. Gaspar pregunto: “Vamos por el Grand Slam? Ya tenemos lo más difícil, la palometa, y es temprano, vamos!” Sí, es temprano y se dónde buscar a las otras especies, pero hay poco tiempo pues debo estar en tierra firme a más tardar a las 2:00PM. Y eso significa dejar de pescar a la 1:00 PM. Tenemos solo cuatro horas para completar el Slam, y no me parecen suficientes.

Navegamos rápidamente hasta un lugar que había sido altamente productivo en robalo y aunque pequeños, sabíamos que difícilmente podía fallarnos. Llegamos y me baje a vadear y mande a Gaspar a revisar un lugar más al norte donde podía haber también robalo y sábalo, por si este fallaba….No me tomo mucho tiempo, realmente fue sencillo, había bastante robalo, pequeños de 2 a 4 lb aproximadamente. Con una mosca de camarón de mi amigo Eduardo Arceo de Campeche. Agarre 4 robalos en unos minutos. Sin nadie que me fotografiara, saque el iphone y me tome una “selfie” con el robalo para atestiguar el hecho. Gaspar llego a los pocos minutos después con el reporte del otro lugar de pesca. “Sábalos no hay, robalos si hay, y también vi una enorme escuela de macabíes, vamos?” Adelante, robalo ya teníamos y necesitábamos un macabí para cerrar el círculo y tener un Grand Slam -tres especies capturadas en un día de pesca.

Vadeando encontré finalmente la enorme escuela de macabí de la cual hablaba Gaspar. Muy cerca de una ruina maya sobre el agua. Pero antes que esta, descubrí una tercia de macabíes haciendo “Tailing” en un pie de agua. Un buen lance me conecto a mi primer y único macabí del día. Gaspar lo tomo en sus manos, me lo entrego y me saco la foto que atestiguaba nuestra pesca. Habíamos completado un Grand Slam! “Ahí sigue la escuela de macabí, son muchos. Puede pescar más, les va a lanzar?” No Gaspar, eso es perder el tiempo nosotros vamos por un Super Grand Slam, no necesito pescar más macabíes, lo que necesito es un sábalo. Vamos a buscar uno!

Abordamos la embarcación y a toda velocidad fuimos a un buen lugar para pescar sábalos. Gran decepción, no había ni uno. Pues vamos más al sur, tu sabes dónde, ese lugarcito que tiene sábalo y robalo a veces. Fuimos hasta ahí y tampoco había nada, ni uno ni otro. Teníamos escasos minutos para pescar y no habíamos visto un solo sábalo en todo el día. Nuestra suerte y nuestro tiempo se agotaban.

Hay tres lugares más que podemos visitar para buscar el sábalo, el primero estaba fuera de toda consideración pues significaba ir muy lejos y jamás regresaríamos a las 2:00PM. Tenemos que tomar otra opción, que significaba escoger entre dos lugares de pesca. No podíamos ir a los dos, tendría que ser uno u otro. O encontrábamos un sábalo y lo pescábamos o perdíamos. No habría oportunidad visitar el tercer lugar de pesca. “Usted sabe, a cual quiere ir?” Vamos a la laguna de Montecristo respondí. “Si, hay más probabilidades ahí.” Dijo Gaspar. Todo o nada, va. Pero apúrate, métele al motor. Llegamos a Montecristo con el tiempo en contra, es terrible el pescar así, se siente como esos partidos de futbol en que vas perdiendo, no puedes remontar y tienes la pesada losa del tiempo sobre ti.

Apagamos el motor, cambiamos de embarcación a una sin motor y nos adentramos en Montecristo. Conforme avanzamos no se veía nada, terminábamos de recorrer todo el pesquero, llegando al fondo de la laguna, en un canal rodeado de manglar; finalmente ahí estaban, los vi desde lejos. Parecían troncos. Me prepare y vi que la escuela era de unos 4 sábalos, pero poco antes había uno solitario y separado del resto del grupo, flotaba casi inerte. La mosca cayo perfecto a unos 5 pies en frente del pez, le impartí movimiento y el sábalo la embistió. Clave fuertemente el anzuelo y respondió catapultándose al aire. Entraba y salía del agua y trataba de meterse bajo el manglar para cortarme. Finalmente, lo sometí, lo acerque y Gaspar extendió su red de mano para tomarlo. Entro a la red y de un brinco salió de esta. Dios mío, ya lo teníamos y se escapó Gaspar! -grite…y el guía apenado repetía: “Acérquelo otra vez, no escapara!” Lo castigue con la caña y Gaspar extendió la red capturándolo.

Finalmente lo teníamos! Un sábalo y un Super Grand Slam! Que día! Los dioses de la pesca habían sido particularmente generosos con nosotros. En décadas pescando solo en tres ocasiones he logrado esta pesca; y hoy era uno de esos días particulares en que guía de pesca, pescador y naturaleza producen algo muy especial: Un Super Grand Slam.