DIARIO CLARIN.
DESASTRE ECOLÓGICO EN EL RIO PARANÁ
Por: Sibila Camps
La pesca intensiva del sábalo ya está afectando a
otras especies
Los ejemplares son cada vez menos y más chicos. Y
perjudica a dorados y surubíes.
Hubo una vez millones y millones de sábalos en el
sur del río Paraná. Daban de comer a los pobladores costeros y a las familias
de pescadores artesanales y comerciales, que los vendían para el mercado
interno. Sus huevos y larvas eran el alimento de surubíes y dorados, motor de
quienes viven de la pesca deportiva. Pero a mediados de los 90 comenzaron a
instalarse factorías que llenaron el río de pescadores noveles, para exportar
decenas de miles de toneladas. El final de esta fábula, la adivinaría un niño:
no sólo se han reducido los sábalos, en cantidad y en tamaño, sino también los
surubíes y dorados, que son cada vez más chicos. "Del sábalo sólo
hablábamos los biólogos, y en congresos. A nadie le interesaba demasiado porque
es un pez con gusto a barro", comenta Claudio Baigún, investigador del
Conicet.
"La pesquería del Paraná siempre se caracterizó
por brindar beneficios sociales, antes que económicos -señala Julieta Peteán,
coordinadora del Programa de Pesca y Humedales de la Fundación Proteger, con
sede en Santa Fe-. Miles de familias dependen de esto para vivir. Había un gran
mercado interno que funcionaba en las principales ciudades de las costas del
Paraguay y del Paraná, y también enviaba pescado a Córdoba, Tucumán, Buenos
Aires".
Los primeros frigoríficos se manejaron con
volúmenes relativamente bajos de exportación. Pero con el fin de la
convertibilidad, las cifras se dispararon. Los dueños de las factorías (hoy son
17) comenzaron a ganar casi $1.000 por tonelada, mientras a los pescadores
siguieron pagando 50 y hasta 25 centavos por pieza, de 2 a 3 kilos.
"Los pescadores se endeudaron por el bajo
precio, porque el acopiador les adelantaba dinero para futuras capturas, y así
fueron perdiendo sus artes de pesca y sus embarcaciones", relata Peteán.
Pero como los dueños necesitaban cada vez más gente, contrataron a desocupados.
"Por ejemplo, los peones rurales desterrados de sus campos por el
monocultivo -precisa Luis Romero, de Baqueanos del Río, en Paraná-. Otros
vendieron su maquinita, compraron una lancha y pescan para las empresas".
Así, en 2004 se llegó al récord de exportación de 35.000
toneladas de sábalo ya eviscerado y sin valor agregado. Al sumar las 12.000
toneladas para el mercado interno, y lo que sale país "por
izquierda", ese año se extrajeron unas 60.000 toneladas, estima Proteger.
Empezaron a mermar los peces, y también su tamaño:
en 15 años, la talla media del sábalo comercial se redujo de 46-48 centímetros
a 42, destaca el biólogo Norberto Oldani. A veces es incluso menor, "lo
que indica que nos estamos quedando sin reproductores", agrega. En
consecuencia, también comenzaron a reducirse los surubíes, en cantidad y
calidad: "La talla de primera reproducción del surubí es de 95
centímetros, y se los está capturando de 60. El fin del surubí está a la vuelta
de la esquina".
Si hasta hace diez años había unas mil familias que
vivían de la pesca en el Paraná inferior, ahora hay una cifra muy superior,
difícil de determinar, ya que el sindicato de pescadores santafesino presiona
por inflar el censo, e incorporar a más beneficiarios del subsidio que reciben
durante la veda.
"Estaremos llegando a 3.000, lo que no
significa que sean pescadores de tiempo completo", anticipa el secretario
de Producción de Santa Fe, Ricardo Biani. Y reconoce que la mayoría no tiene el
mismo comportamiento responsable de los pescadores tradicionales. En ese
sentido, todos los consultados por Clarín coincidieron en que el problema de la
sobrepesca es de San Javier al sur, y que hacia el norte existe una cultura de
respeto por las vedas y las tallas mínimas.
En 2007, la Subsecretaría de Pesca de la Nación
puso cupos a la exportación, que han ido bajando de 17.500 toneladas a las
11.000 de este año. "La evaluación biológica se hace con un equipo técnico
propio, dos veces por año, y no hay un colapso del recurso. Es mentira que la
talla media está bajando", dice el director de Pesca Continental, Mauricio
Remes Lenicov. Y culpa a las represas, la contaminación y los pescadores
deportivos por la merma del surubí.