La indomable
Un cuento de pesca por el Norte Neuquino...
Hace unos 7 años, empezaba a recorrer los ríos y arroyos del Norte Neuquino con un
poquito de información que me había dado mi amigo, más que mi amigo, mi hermano
El Seba, “Sin dudas empezá por el Río Nahueve” me había dicho, y allá fui en la primera
oportunidad que tuve.
La pesca estuvo dura, era noviembre, mucha agua y rápida casi en todos lados, pero
algunas truchitas pude sacar y emprendí el regreso contento, caminando entre los
pinos de CORFONE. Mientras caminaba en ese hermoso y tupido bosque de pinos, tenía
la sensación de que me estaban mirando, volteé un par de veces y no, no había nadie,
di unos 50 pasos más, vuelvo a mirar hacia atrás y ahí lo vi, casi al lado mío, un paisano
avejentad Ver más...La indomable
Un cuento de pesca por el Norte Neuquino...
Hace unos 7 años, empezaba a recorrer los ríos y arroyos del Norte Neuquino con un
poquito de información que me había dado mi amigo, más que mi amigo, mi hermano
El Seba, “Sin dudas empezá por el Río Nahueve” me había dicho, y allá fui en la primera
oportunidad que tuve.
La pesca estuvo dura, era noviembre, mucha agua y rápida casi en todos lados, pero
algunas truchitas pude sacar y emprendí el regreso contento, caminando entre los
pinos de CORFONE. Mientras caminaba en ese hermoso y tupido bosque de pinos, tenía
la sensación de que me estaban mirando, volteé un par de veces y no, no había nadie,
di unos 50 pasos más, vuelvo a mirar hacia atrás y ahí lo vi, casi al lado mío, un paisano
avejentado, arrugado y abrigado como en pleno invierno, con una pintoresca boina
verde y un pucho “armado” que casi le quemaba el bigote canoso y amarillento, el
hombre me miró y me dice:
-Anda pescando don?
-Si amigo, vengo de acá abajo, del Nahueve, es la primera vez que ando por estos lares.
-Y cómo le fue?
-Bien por suerte, (le dije orgulloso) Saqué 5 arcoiris medianitas y una marroncita.
-Entonces fue mala pesca mi amigo, y le voy a contar porqué…
Y ahí empezó a contarme la historia de pesca más espectacular que escuché en mi vida:
-Usted sabe que en estas aguas hace ya unos 80 años, anda una trucha arcoíris de casi
dos metros y de unos 18 kg. Cuando tenía 9 años mi padre me llevó a pescar por
primera vez, el salía todos los años a buscarla, generalmente la veía, pero nunca había
podido pescarla. Ese año salimos junto a los hermanos Cuffia en una expedición de
pesca y caza, nos íbamos por 11 días, así que imagine usted, llevábamos de todo,
toldos, vino, colchas, vino, cañas, mate, yerba, escopetas y algo de vino. Con esas
provisiones y muchas más, nos internamos en las nacientes del Río Nahueve a pescar y
cazar.
Los primeros días pasaron tranquilos, por demás tranquilos, Don Orlando (mi papá) no
había tenido ni un pique en su vieja caña de Coihue que usaba con una tanza gruesa
atada directamente en la punta, y en la tanza, casi al final, una tuerca livianita y un
anzuelo forrado con una buena lombriz. Ni siquiera con los tarritos y carne de chivo
habíamos tenido éxito, la pesca estaba mala, pero mi papá decía que si no había
truchas dando vuelta era porque seguro andaba cerca la Indomable. Ese día, un
martes al mediodía, fue la primera vez que escuché hablar de ella.
Don Orlando me contó que cuando era joven la vieron por primera vez con mi abuelo,
pero la habían visto en el Río Trocomán, lejos del Nahueve, pero usted conoce Don, era
posible que la trucha haya bajado hasta el Río Neuquén y desde ahí, subido hasta el
Nahueve, era posible vió. Y desde ese año, casi todos los años en alguna de sus salidas
de pesca la veía.
Pasó otro día más casi sin piques hasta la tardecita, tipo ocho habrán sido mijo, me
acerqué al río con el tarro, y antes de que haga el tiró, veo una mancha negra nadando
río abajo, era enorme, un tortón, un submarino, una bestia. Rápidamente le “revolie” el
anzuelo con un pedazo de chivo un metrito adelante y la trucha no dudó, no lo dejó ni
tocar el agua que le pegó un mordiscón que casi me saca el tarro de la mano. Le pegué
un silbido al Daniel (el más chico de los Hermanos Cuffia) que andaba cerca “Vení
Daniel vení rápido, traé la escopeta”, Cuffia en 2 segundos estaba conmigo, me trabé el
tarro en la cintura cómo pa cinchar la Indomable, clavé las alpargatas en la vega
donde estaba parado pa que no me lleve, me arrastró unos metros, deje una huella
como si “juera campo arao” pero la indomable encaró río abajo y me seguía llevando,
las tanzas de esa época eran buenas vió, no como ahora que se cortan de la nada.
Cuffia me esquivó, se enterró un poco en la vega y salió río abajo corriendo al lado de la
trucha, yo le soltaba tanza del tarro, ya me estaba quedando sin, pero en un golpe de
suerte la trucha se vino pa nuestra orilla y Cuffia la tuvo a tiro con la escopeta, se
acercó y de un tiro le metió perdigones por todo el lomo, y se metió a buscarla. La
trucha lejos de rendirse le pegó un coletazo en la pierna que lo tiró al río y salió de
nuevo río abajo, yo solté el tarro al pingo y corrí a buscar al Daniel… ya lo había
perdido de vista…es que se había enredado un pie con la tanza y la bestia se lo llevaba
puesto…unos 60 m río abajo, Daniel logró desenredarse y llegó a la orilla desahuciado y
casi ahogao vió. Ese fue mi primer encuentro con la Indomable.
Una hora después ya estábamos en el campamento, le contamos a Don Orlando lo que
había pasado y él solito tomó la decisión de darle fin al viaje, si, unos 6 días antes de lo
previsto mi papá decidió que nos teníamos que volver. “Al pedo quedarnos acá, si está
la indomable cerca, las demás truchas no comen, se esconden y ya vimos que a ella no
la vamos a sacar, -a vos casi te mata, le dijo a Daniel”
-¿Don, usted está seguro de lo que me está contando? (le dije).
-¿Anda apurado mijo?
-No no, es temprano, por?
-Porque eso no es nada…
-La volvió a ver?
-Si, la veía casi todos los años, salía a pescar unas 10 veces por año y en alguna salida
seguro que la veía, lo raro don, es que yo anduve por todos lados, una vez la vi en la
laguna La leche, al otro año la vi en Los cerrillos, hasta en Huaraco la vi, y un mes
después de verla en Huaraco usted sabe que la vi de nuevo en Moncol, allá donde nace
el río Reñileivú sabe, son 100 km en línea recta y no hay ríos que unan una cosa con la
otra y estoy seguro que es la misma, una vez que la ves no se te olvida, los colores, el
tamaño…tiene que ser ella, no puede haber otra igual!!!.
-Qué bárbaro lo que me cuenta don, bueno hoy alguna truchita saqué, así que estimo
que la indomable no andaba cerca (bromeé cómo para desviar el tema).
-Puede ser, hace mucho que no la veo, vaya uno a saber, desde que perdí la esperanza
de pescarla deje de verla…vaya uno a saber.
-Vaya uno a saber Don, bueno, fue un gusto charlar con usted.
-Vaya muchacho, búsquela usted que es joven.
-Chau, que tenga buen día.
Hice unos pasos y me di vuelta para preguntarle el nombre y el paisano ya no estaba.
Me volví pensando lo que me contó, me generó una cierta esperanza, más allá de lo
raro de la historia había algo de cierto, la certeza en sus ojos cómo recordando el
momento exacto en que Cuffia caía al agua, era muy real.
Unos días después, un domingo normal, en mi casa en Chos Malal, antes de hacer el
asado, busqué información al respecto y dí con una nota del diario Río negro que decía:
“Nico Urquiza, un Chapista de Chos Malal sacó una trucha arcoíris de 11,8 Kg en la
laguna La Leche”
¿Sería la indomable? ¿Será que ya no existe? esa nota revivió mis esperanzas.
Dos semanas después de leer la nota, con un grupo de amigos organizamos una salida
de pesca a la Laguna Aquihueco, una laguna enclavada en el Corazón de la cordillera
del Viento. Luego de viajar una hora en vehículo y caminar 3 horas, llegamos a la
laguna que nos recibió con fuertes vientos.
El viento y la lejanía, resguardan a las truchas de los pescadores que poco llegan a esas
aguas tan hostiles. Pescamos un rato, algunas horas, sacamos buenas arcoíris, ya me
había olvidado un poco de la Indomable…hasta la vuelta.
A la vuelta, muy cansados, bajamos por un sendero desde donde se ve el arroyo que
lleva el mismo nombre que la laguna, el arroyo Aquihuecó es relativamente chico y no
muy caudaloso pasado diciembre.
Adelante mío venía un gran pescador, mi amigo Nilse Martín, se para y en voz baja me
dice:
-Baldata…la ves?
Yo no podía ni hablar del cansancio
-Que cosa Nilse? vengo fusilado
-El truchón que hay en el arroyo, es impresionante, ¿le ves el lomo?
-No, no lo veo amigo
-Fijate en la sombra del sauce
En ese mismísimo momento cada palabra de aquel paisano me caía una atrás de la
otra en la mente…
-La veo…la veo jujuju es gigante.
Atrás mío venía Juan Carlos Oliva, otro gran pescador, él se acercó y dice:
-Que ven muchachos.
-Una trucha enorme Juanka.
-No la veo.
-Abajo del sauce, en la sombra, ahora la ves?
-Puede ser he…
Juanka no la veía, pero ante la seguridad mía y de Nilse no quiso ser menos.
Veníamos muy cansados, el arroyo estaba unos 80 m abajo, si bajábamos luego íbamos
a tener que subir esa pendiente, y había que armar los equipos nuevamente, la decisión
no era fácil, pero…y si era…si era mi oportunidad de encontrarme cara a cara con la
indomable?
-Bajemos Nilse, armemos los equipos.
-Arma vos, yo bajo con la cámara y te filmo.
-Dale bajemos.
Finalmente Bajamos. Atrás de unos Ñires enanos armé el equipo y Nilse preparó la
cámara.
Desde lo alto, en el filo, Oliva y Charly (pescador de los buenos y gran tipo) miraban
medio desorientados la escena.
El arroyo era chico, no podíamos dar un paso en falso…preparé un Droper de seca
ninfa, la seca era una terrestre de goma eva que ato y me da buen resultado siempre
en la zona, tanto que la bauticé “FATALITY”, y elegí colgarle una Pheasaintail casi sin
lastre. Nilse se acomodó atrás de un arbusto y me hizo seña que estaba listo…todo en
el máximo silencio…me fui cuerpo tierra casi hasta el borde del arroyo, ahí me puse en
cuclillas…la tención aumentaba, hago un primer tiro regular, pero igual servía…no pasa
nada…realizo un segundo tiro, este ya es bueno y ahí si, buuummm...
pique y una pequeña arcoíris de 15 cm sale volando por los aires…la tensión que había se esfumó inmediatamente, nos paramos y vimos muchas truchas chicas dando vueltas…bajo la
sombra del sauce unas algas que se movían con un swin “truchesco” en la correntada…piedras…algún palo…pero no había un tortón, un gigante, un barco, no, no
estaba la Indomable. Las carcajadas de Oliva y Charly se escuchaban desde abajo.
Fue duro desarmar equipos y subir al filo desahuciado y desesperanzado.
Un mes después, en un asado, les conté a los muchachos la historia que me había
relatado el paisano, de “La Indomable”, y mi sorpresa fue grande cuando vi que todos
habían tenido algún acercamiento con ella en algún momento.
Resulta que mi amigo Funes la tuvo en la línea unas 12 veces y siempre le cortó al final
ganando la batalla.
A Pedro Gariboglio se le fue después de unos saltos en el arroyo Pajaritos.
Oliva también la pescó, en el Río Trocoman, estaba junto a su padre.
El flaco Borraci no la pesco, él pescó a la madre de la indomable, no le alcanzaban los
brazos para explicar el tamaño de ese pescado.
Charly la vio a orillas del Nahueve, dice que esa noche bailó un blus con ella.
Al ver que todos tenían alguna historia “totalmente real” para contar, entendí que la
indomable es lo que nos moviliza a buscarla en todos lados, cualquier día, a cualquier
hora…nos tiene atados la esperanza de pescarla. Tal vez, la indomable sea lo que en
psicoanálisis llaman deseo.
Yo la veo al menos una vez todos los años, cómo me dijo el paisano:
“El día que perdamos la esperanza de pescarla dejaremos de verla”.
…la quiero pescar junto a mi hijo, en algún arroyo sin nombre una mañana de abril…
Juan Ignacio Baldata